Pilar Hernández

Algunos alumnos llegan a la vida de uno para quedarse, y eso es lo que ha pasado con Pilar. Y añadiría: afortunadamente. Ahora haciendo memoria me doy cuenta de todo lo compartido, dentro y fuera del aula, y diría que es mucho, y valioso. Durante cinco años compartimos enseñanza y aprendizaje, intercambiando alternamente esos papeles que el sistema escolar reserva a profesores y a alumnos. Ella, embarcándose en todos los proyectos que yo proponía: club de lectura, talleres literarios (al final de esta entrada aparecen alguno de sus microcuentos), lecturas dramatizadas, concursos literarios, edición de libros, presentaciones de textos, encuentro con escritores… Y yo, atento a su enseñanza, esa que destilaban los relatos de su vida: su nacimiento el mismo día en que acabó la Guerra Civil Española, el matrimonio civil de sus padres y los problemas que ello le acarreó, la historia del abuelo alfarero, la emigración a Francia, el regreso a Valencia, el trabajo en el taller de costura, la vida independiente que supo construirse, la vuelta a la escuela… Todo eso y mucho más: los almuerzos en el bar de debajo de la Escuela, las comidas y cenas con Carmen, el viaje a Oporto, la visita a Eivissa… No está en mi mano describir a Pilar, no es ese el propósito del blog y además no creo que supiera hacerlo, pero si tuviera que rescatar un rasgo de ella sería su integridad, y la confianza que inspira.

JarrónPensando en la trayectoria vital de Pilar me doy cuenta de algo que muchas veces nos pasa inadvertido: me refiero a cómo las fuerzas de la Historia (esas que ella estudió en la Universidad) condicionan nuestras vidas particulares, y cómo estas convergen con aquella. Bajo esta perspectiva, nuestras vidas dejan de ser fragmentos de existencia arrebatados al azar para pasar a cobrar sentido en un marco más amplio de interpretaciones. En esta línea, y como ya hemos dicho, Pilar nació el día en el que acabó la Guerra Civil; vivió, pues, la crudeza de una posguerra marcada por la represión y el ajuste de cuentas. En este marco se inscribe la historia del matrimonio de sus padres. Así lo cuenta la propia Pilar:

Mis padres se casaron «por el Ayuntamiento», como se decía en aquellos tiempos. Lo hicieron durante la guerra. Cuando esta terminó, les dijeron que tenían que casarse por la Iglesia. Mi padre se negó en redondo. Ante la negativa, le amenazaron con quitarme la legitimidad, a lo que mi padre contestó que le importaba un pijo, que él sabía que yo era su hija y con eso le bastaba. A mí nunca me quitaron el apellido de mi padre y por eso creí que se trataba de una anécdota, pero una vez que necesité el acta de matrimonio de mis padres comprobé que era cierto. En el margen izquierdo consta que el acta es nula, por infracción a la orden del 8 de marzo de 1939. En la parte baja aparece otro escrito cancelando de oficio la anterior nota de cancelación, por disposición transitoria undécima del reglamento del 14 de noviembre de 1958. O sea, que volvía a ser hija de mi padre. ¡Y a todas estas yo sin enterarme!

El abuelo de Pilar era alfarero y cuando ella habla de él me vienen a la cabeza las palabras de José Saramago en el discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura: «el hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir». Así recuerda Pilar a su abuelo:

Para mí, mi abuelo fue una persona muy querida, que me inculcó sus principios, de los cuales me siento muy contenta. Era analfabeto pero su palabra valía más que una firma, respetuoso y educado. No nos permitía entrar sin saludar, y nos hacía salir de nuevo si no lo hacíamos. Cuando estaba en Chiva con ellos, solía llevarme con él a cazar  pájaros. Cuando estos venían a beber, yo gritaba «¡abuelo, ya están aquí!», y naturalmente salían volando. Al regresar a casa rezongaba y decía que no me llevaría más, pues le impedía cazar. Esto duraba hasta el domingo siguiente en que a las seis de la mañana venía a mi cama y me decía si quería ir con él a cazar. Como es de suponer yo no me hacía de rogar y juntos preparábamos los «entrepanes» para almorzar. También solía llevarme con él a recorrer el mercado que instalaban en «la plasica vieja», muy cerca de donde mis abuelos vivían. Me gustaba mucho escuchar sus explicaciones sobre todo aquello de lo que mi abuelo era conocedor.

Pilar, como tantos otros de su generación, supo lo que era la emigración, esa a la que hemos vuelto después del espejismo de confort al que nos arrastró la burbuja inmobiliaria. No es difícil intuir que la vida de Pilar en París constituyó uno de esos momentos de inflexión que marcaron su vida. Ella sabe perfectamente lo que es empezar de cero en un lugar que no es el tuyo, sin conocer la lengua, viviendo las estrecheces de una sola habitación y trabajando en hoteles, cuidando a niños… Con todo, «mis años en Francia me marcaron, no solo en lo económico, sino en el conocimiento de otra cultura que vivía en libertad, con unas ideas a años luz de las nuestras». Años duros de trabajo y de aprendizaje hasta hacerse un hueco en esa sociedad que en principio le era ajena. Y aquí encontramos una primera vuelta a los estudios en la Alliance Française. Allí perfeccionó el francés que ya dominaba de manera oral y allí entabló contacto con estudiantes de otros países. Hace unos años, Pilar volvió a París después de cuarenta años de ausencia. En el viaje le acompañaba Carmen, una muy buena amiga en común. Pude ayudarles a sortear los obstáculos que la página web de Ryanair nos tiende a la hora de comprar los billetes. Y me preguntaba cómo debía de ser regresar a un lugar al que hace cuarenta años que no has vuelto. Imagino que debe de ser una mezcla de emoción por reencontrar lo conocido,  decepción al comprobar cómo el tiempo borró las huellas de la ciudad que habitaste y cierta pena por un mundo y una edad ya perdida.

París antigua 2Aquella joven que se marchó a París volvió convertida en una mujer madura e independiente. Aquí me imagino a Pilar conduciendo su coche por última vez de París a Valencia, dejando atrás el que había sido su mundo y volviendo a una España quizás poco reconocible para ella. La vuelta tampoco debió de ser fácil. Trabajo, trabajo y más trabajo. A este respecto, Pilar dice lo siguiente: «mucho trabajo, pesados y mal pagados; al no tener preparación alguna no podías optar a mejor situación, y había que comer y pagar facturas». Ahora bien, si de una cosa está satisfecha Pilar, y doy fe de ello, es de haber podido salir adelante por sí misma: «pese a todo, he resuelto mi vida sin ayuda de nadie, por lo que me siento orgullosa». Pilar hace bandera de esa independencia ganada con esfuerzo, desmarcándose así de muchas de las mujeres de su generación obligadas a vivir a la sombra de sus maridos.

Después de su paso por la Alliance Française, la segunda vuelta a la formación llevó a Pilar a la Escuela de Personas Adultas Vicent Ventura de Valencia, donde aún continúa. Sin temor a exagerar, la vuelta a los estudios constituyó una auténtica revelación en la vida de Pilar: «dejé el colegio a los 11 años, recuperándolo a los 57. El aprendizaje me ha hecho ver que mi incultura no se debía a mi torpeza sino aParís antigua 1 la nula escolarización». Pilar es la prueba de que una vez que se ha experimentado el poder transformador de la Educación ya no hay vuelta atrás. En la Vicent Ventura, Pilar lo ha hecho todo: el Graduado en Secundaria, inglés, informática, club de lectura, dibujo… Ella estaba incluso antes de la llegada de los profesores más veteranos. De alguna manera, ella es la Escuela. Pero su avidez no para ahí y, más allá de la Vicent Ventura, las ganas de seguir formándose la han llevado a la Asociación de Mujeres de Marxalenes: «asisto a talleres y cursillos y en ellos dejo atrás lo que ha sido el punto débil de mi vida, además puedo relacionarme con mis compañeras, de las que aprendo».

París modernaCon humor, muchas veces exagero sobre la agenda tan completa de Pilar: talleres, cursos, piscina, baile… Aunque también los amigos/as, «que son pocos, pero estupendos». Una vida activa y proyectada hacia un futuro sobre el que Pilar hace el siguiente diagnóstico: «tenemos muchos adelantos pero en el camino hemos dejado la sensibilidad y la humanidad (no todos). Solo impera el yo y mi bienestar. Nada será como el pasado reciente, tendremos que ser más austeros y terminar con el usar y tirar que predomina hoy. Me cuesta imaginar el futuro. Por una parte la tecnología no cesa de avanzar, lo cual nos hace dependientes de ella pero ¿hasta qué punto, terminaremos siendo dominados por ella?». Lucidez y humanidad a partes iguales, esa es Pilar.

Y ya para acabar, solo quería decir la gran suerte que he tenido de conocer a Pilar y el agradecimiento profundo que siento ante ella. Me consta que son sentimientos de ida y vuelta: «¿cómo olvidar los viernes compartidos? En ellos hicimos de todo. Recuerdo especialmente los micro relatos (todos guardados), el taller de poesía (gracias al cual he hecho algunas cositas), los libros leídos y presentados por las compañeras, etc. Hacer una lista sería largo…».  Siendo todo esto importante, no lo es tanto como la certeza de saber que Pilar está ahí, con todo lo que es, mostrándome su amistad incondicional, ofreciéndome su magisterio sin ella proponérselo a través de sus relatos y sabiéndonos poseedores de una humanidad compartida que nos trasciende.

He aquí un dibujo y unos cuantos relatos de Pilar:

Dibujo

VACACIONES SOÑADAS.

RECUERDOS DE BICICLETA

FELIPE

EL GOLPE

DIÁLOGO PERFECTO

5 comentarios

  1. Carmen · noviembre 24, 2014

    !Esa es mi amiga! Gracias Maxi, Carmen

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  2. Maria Peña · noviembre 24, 2014

    M’ha encantat l’entrada en aquest bloc. És el d’un bon mestre que sap el que es du entre mans, que sap aprofitar tot allò que l’educació ens possibilita, que té una bona mirada a la vida, capaç de descobrir i valorar el millor del que ens envolta sense oblidar allò que és pitjor. Gràcies Maxi per permetre’m conèixer més a Pilar a través del teu escrit i dels seus propis relats. Molt bons. Als dos us conec «de vista» , que es sol dir, però més profundament a través de Carmen. Per cert, que no exagera gens quan parla de vosaltres. Bona colla! Maria (Almenara)

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  3. María José · noviembre 25, 2014

    tuve la suerte de vislumbrar brevemente a pilar. Guardo de ella un muy amable y sereno recuerdo. Entre poemas y atardeceres. Y al lado de su amigo y profesor, Max. Uno de los piropos más sencillos y hermosos vino hacia mí desde ella, que tal vez ni me recuerde. María José, desde ibiza.

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    • pilar · noviembre 30, 2014

      Te recuerdo con gran afecto María José.

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  4. pilar · noviembre 26, 2014

    Muchas gracias Maxi; por tu amistad. Pilar.

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